Tradicionalmente en muchas culturas el número 13 se ha asociado con la mala suerte. Aunque para algunos este número no supone nada especial, para los supersticiosos el número 13 es un número del que es mejor prescindir. El rechazo a este número en algunos casos llega a ser tan grave que puede desencadenar incluso una fobia, la triscaidecafobia o miedo irracional al número 13.
Para algunos la historia de mala suerte del número 13 arranca con el mismísimo Código de Hammurabi, datado en el 1.750 a.C. Este conjunto de leyes carece de capítulo 13, pero lo cierto es que nadie ha demostrado que los babilonios tuvieran nada concreto contra ese número, sino que más bien parece que se trata de un simple olvido.
Otros entienden que el 13 es el número de la mala suerte por ser 13 los asistentes a la Última Cena, por ser 13 los espíritus del mal o por ser 13 el número en que se cree que se reunían las brujas y brujos en la Edad Media.
No existe en realidad un origen concreto en el que podamos fechar el comienzo de la leyenda de mala suerte del número 13 y se trata más bien de una superstición cultural. De hecho en algunas culturas como la asiática el número 13 no está asociado a ninguna connotación negativa y si lo está el número 4.
A pesar de que mucha gente manifiesta no ser supersticiosa, obviar el número 13 no es algo tan raro. Muchas compañías aéreas carecen de asiento número 13 y en Estados Unidos en muchos rascacielos se ha prescindido de la planta número 13, pasando directamente de la 12 a la 14. Es más, en aquellos edificios en los que hay planta 13, el alquiler en esa planta suele ser más barato que en el resto.
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