Mostrar un cuerpo
humano desnudo o semidesnudo, hasta no hace demasiado tiempo era
considerado una forma de pornografía y por tanto era denostado. Sin
embargo, con el correr del tiempo los tabúes van cayendo y ya nadie
se asusta por encontrar hombres o mujeres desnudos en las portadas de
revistas o verlos en televisión.
Podría parecer que la
exhibición del cuerpo desnudo como forma de pornografía es algo
relativamente reciente pero nada más lejos de la realidad. Ejemplo
de ello es que en cualquier museo podemos encontrar cuadros que
representan, por lo general, mujeres desnudas o semidesnudas. Hoy en
día no escandalizan a nadie pero son, quizá, una de las formas más
antiguas de pornografía y es que esos cuadros que hoy admiramos en
los museos como las obras de arte que son, fueron en su día creados
para el disfrute personal de reyes y nobleza, guardados en salas
donde quedaran fuera de miradas indiscretas.
La pornografía ha
sobrevivido por tanto durante siglos pero ¿qué capacidad tiene para
influenciarnos, especialmente a nivel audiovisual? Sobre este tema se
han desarrollado diversos estudios y se ha llegado también a
diversas conclusiones.
Por un lado están
quienes defienden que el porno alimenta las fantasías y contribuye a
convertir el sexo en algo natural. También nos encontramos con quien
afirma que el porno influye tanto positivamente como negativamente,
positivamente porque ha contribuido a romper tabúes y al poner el
sexo en el punto de mira, ha contribuido a que se realicen por parte
de todos los sectores de la sociedad esfuerzos por mejorar la
educación sexual de niños y jóvenes. Sin embargo, resaltan también
el aspecto negativo y es que ciertos patrones de las películas porno
siguen poniendo a la mujer en una situación de desigualdad respecto
al hombre. Esto ha llevado a que surjan nuevas tendencias dentro de
la filmografía pornográfica con una mayor capacidad pedagógica
tanto para hombres como para mujeres y que arroja mensajes positivos
sobre la sexualidad.
Parece por tanto que
la pornografía nos influencia mucho más de lo que podíamos pensar
a simple vista, aunque parece que más de forma positiva que
negativa.
M.J.
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